La propiedad de un inmueble no es un requisito para contratar un seguro de hogar. También como inquilino te puedes beneficiar de este tipo de productos para proteger tus pertenencias y otros gastos imprevisibles asociados al alquiler.
Ni el arrendador ni el arrendatario tienen la obligación de contratar un seguro en una vivienda de alquiler. No obstante, estas pólizas resultan siempre muy ventajosas. Desde pequeñas reparaciones hasta indemnizaciones frente a robos o la reclamación de fianzas. Si vives en una vivienda de alquiler te conviene conocer el alcance de estas coberturas especiales.
5 particularidades de los seguros de hogar como inquilino
1. El contenido del inmueble
Aunque ya hayas alquilado la casa amueblada y equipada, hay otras pertenencias que son de tu propiedad. Incluso si el propietario de la vivienda ya tiene contratado un seguro de hogar, en caso de robo o daño estos artículos no quedan cubiertos por su póliza. Es responsabilidad tuya asegurar tus pertenencias.
2. Los daños que causes son tu responsabilidad
El casero no va a responder por ti en caso de que hayas causado daños en la vivienda o a un tercero por una mala práctica. Si al dejar un grifo abierto inundas el baño del vecino o si te despistas con los fogones de la cocina y provocas un incendio, tú tendrás que cargar con los gastos a menos que tengas tu propio seguro de hogar.
3. ¿Problemas con el casero? Asesórate bien
Los seguros de hogar para inquilinos suelen incluir asesoramiento y asistencia jurídica cuando las relaciones con el casero se complican. Si tienes problemas para recuperar la fianza o para justificar la necesidad de una reparación que debe correr de su cuenta, tienes las espaldas cubiertas.
4. Ayuda para buscar una nueva casa
Las relaciones tensas con el casero no siempre acaban bien. Si te echan de casa y te ves en una situación complicada, el seguro de hogar puede echarte una mano. Algunas pólizas cubren ciertos gastos de mudanza y gestiones inmobiliarias.
5. Una póliza más flexible para el inquilino
Cambiar de casa no implica cambiar de seguro. La mayoría de estas pólizas admite una mayor flexibilidad. Al no tratarse de una vivienda en propiedad existe más probabilidad de que acabes mudándote en un tiempo relativamente corto: llévate el seguro contigo.