Los seguros favorecen el emprendimiento

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Keneth Arrow es un economista estadounidense. Además de ganar el premio Nobel de Economía en 1972 junto a John Hicks y ser uno de los grandes en lo que se llama la teoría económica neoclásica tras la Segunda Guerra Mundial, con su teoría de incorporar el riesgo a los mercados y la concepción de que estos no son perfectos, fue un gran defensor del seguro como contrato.

En su argumentación, Arrow explicaba que el seguro “es un tema de importancia considerable en las economías avanzadas”. Él definía el seguro como un contrato muy sutil, ya que no significa ni la compra de un servicio ni de una mercancía, sino un cambio del dinero de hoy por el dinero de mañana pero solo en caso de ocurran imprevisto, siniestros o ciertos acontecimientos referidos de antemano.

Según su teoría, los seguros producen un estímulo de las inversiones al desplazar el riesgo. Esto les da un carácter social, ya que permite el emprendimiento de nuevas actividades económicas que generarán riqueza, trabajo e innovación. Sin la actividad aseguradora, los volúmenes de inversión bajarían, lo que llevaría una disminución de las rentas disponibles y esto se traduciría en una bajada en el bienestar de la población. Además, al evitar el empobrecimiento que generarían los siniestros imprevistos como accidentes laborales y fallecimientos, ayuda a la equidad económica.

Pero Arrow era consciente de que no todo puede estar incluido en estos contratos. Existen límites necesarios ya que si no se daría lo que se denomina riesgo moral: un incentivo a ser descuidado ya que se sabe que uno está protegido contra viento, marea y accidentes. Ya lo dijo el famoso filósofo Francis Bacon, en 1601, ante el Parlamento inglés. Allí calificó el seguro como “la estrella polar del comerciante que le induce a aventurar su capital”. Y, de paso, ayudar a la equidad social.

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