En Escocia, en las Tierras Altas, hay un lago. Con más de 50 kilómetros de superficie, se formó, como el resto de las masas de agua, por los glaciares durante las prehistóricas glaciaciones. Sus aguas, debido a la gran turba, tienen poca visibilidad, sin casi poderse ver el fondo. Esto ha contribuido al animal que ha dado fama a este lago: El monstruo del Lago Ness.
Los rumores sobre la presencia de esta especie de dinosaurio en el lago se remontan al siglo VI después de Cristo, apareciendo referida en varios libros y volúmenes la leyenda de un enorme animal marino entre las aguas. Pero el avistamiento definitivo ocurrió en 1934, cuando un cirujano aseguró haber tomado una foto del bicho en plena acción. Y, desde entonces, el monstruo entró en la cultura popular.
Tanto que, en los sesenta, un publicista de la marca de whisky Cutty Sark decidió usarlo para hacer un anuncio para la marca y presentó al consejo de administración de la empresa su idea: ofrecer un millón de libras a cualquier persona que pudiera, en el plazo de un año, capturar al monstruo. Al órgano directivo de la destilería le pareció un buen concepto, pero uno de sus miembros no estaba seguro.
¿Y si el monstruo realmente existía? ¿Y si alguien lograba capturarlo? Si un millón de libras es mucho dinero en 2014, puede uno imaginarse cuánto sería hace 50 años. Así que llamaron a una aseguradora, para que estimase tan extraño riesgo. Solo la mítica Lloyd’s de Londres podía atreverse con el reto.
Así que, tras realizar sus cálculos, redactaron un preciso y minucioso contrato. Por 2.500 libras, si Nessie era capturado por un pescador, Lloyd’s abonaría el millón de marras. Es decir, la probabilidad que la aseguradora concedió a que alguien pudiese cobrar la recompensa era del 0,25%.
Resulta evidente que el monstruo no existe. Pero el negocio a su alrededor es muy grande. Museos, visitas, documentales… y también, aunque no lo parezca, seguros.