Es bien sabido que los gigantes tecnológicos, como Google, y se rumorea que Apple, quieren abordar el mercado del automóvil sin conductor, suculento pero plagado de incógnitas para los seguros de automóvil.
Cuando se produzca un accidente entre dos de estos vehículos (porque no nos engañemos, las máquinas también tienen accidentes), los pasajeros, en vez de bajarse a examinar los daños y rellenar a boli los partes sobre el capó e intercambiarlos, se quedarán en el interior jugando a la última versión del Candy Crush Saga. Serán los vehículos quienes se pongan a discutir, e intercambiarán torrentes de datos, ya que cada uno pretenderá tener razón.
Pero no lo harán como en la película Cars de Pixar. Parecerán muy calmados, y no se dirán palabrotas, aunque los terabytes de información serán todo lo densos que permita la tecnología.
Si el lugar del siniestro está en un área vigilada por alguna cámara se comunicarán con ella (recordemos que lo que se empieza a conocer como “Internet de las cosas” en pocos años estará implementada en casi todos los dispositivos que nos rodean).
La cámara, a su vez, si no lo tiene claro enviará un mensaje al dron de vigilancia más próximo, pero lo propio harán ambos coches, cada uno a su seguro de automóvil. Nadie se preocupará de preguntar a los humanos, absortos en juntar caramelos de colores. Los humanos se equivocan, o peor aún: mienten.
En pocos minutos sobre la zona del siniestro habrá varios drones de diversas procedencias, así como otros vehículos no tripulados para que los pasajeros puedan continuar su viaje, dejando el marrón a los coches siniestrados, que seguirán discutiendo a ver quién tiene más datos y más fiables.
Todo eso se subirá a la nube, donde con técnicas de Big Data y comparando fotos del satélite más cercano, intentarán llegar a la pregunta del millón para el seguro de automóvil: “¿Quién ha tenido la culpa, y por tanto, quién paga la factura?”…
Y ya que estamos, ¿sabes cómo alargar la vida de tu coche?