Cómo convertir nuestra casa en una oficina

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El confinamiento por la pandemia del coronavirus ha obligado a tirar de imaginación y reinventarse. Uno de los grandes retos ha sido adaptar una parte de la vivienda para lograr un espacio de trabajo lo más cómodo posible.

Conseguir que aquello que antes hacíamos en una oficina con todas las herramientas a nuestra disposición, se traslade a ese despacho en el que apenas había un ordenador o a una sala donde lo único que se veía era la televisión.

Aunque todo depende de las condiciones y posibilidades de nuestra vivienda, no es tan difícil crear de la noche a la mañana una oficina. Parte de ese trabajo está en nuestra voluntad de meternos en el ambiente. Una transición que, por supuesto, será más fácil para aquellos que ya conocían el teletrabajo y que costará asimilar a los que no lo habían practicado todavía.

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Elegir la nueva oficina. Muchas personas que trabajaban esporádicamente en sus viviendas lo hacían en el sofá, mientras tomaban un café en la cocina, o sentados en la cama recién levantados, pero esto no es recomendable. Al igual que en nuestro puesto de trabajo contamos con un espacio fijo, en la vivienda tiene que suceder lo mismo. Esto nos ayudará a concentrarnos mejor y a no estar pendientes de otras tareas domésticas durante la jornada de trabajo.

Buena iluminación. Aprovechemos el potencial de una casa y pongamos nuestra nueva oficina cerca de una ventana. Cambiará nuestro estado de ánimo y proporcionará una mayor motivación. También hay que tener en cuenta que una entrada de los rayos del sol con demasiada fuerza puede ejercer el efecto contrario.

Colores y plantas. Puede parecer un asunto secundario, pero gran parte de nuestro buen rendimiento en el trabajo radica en la comodidad del espacio en el que lo realizamos. Si es posible, hay que elegir una habitación con colores claros que dan mayor sensación de tranquilidad y fomentan la concentración. Si esa estancia no tiene plantas, probemos a colocar alguna, ya que dan un toque de color y aportan serenidad.

Marcar unos objetivos y una rutina. Trabajar desde casa no implica que los objetivos que debamos cumplir sean diferentes. Para lograrlo es conveniente apuntar las tareas a realizar cada día en una agenda. También es importante marcar una rutina determinada. Nada de plantarnos en nuestra oficina improvisada en pijama y sin desayunar. Cumplir con los hábitos que realizamos habitualmente antes de ir a trabajar, ayudará a meternos más en el nuevo papel.

Tranquilidad y aislamiento. Al principio comentábamos que las casas se han transformado durante la cuarentena en espacios muy diversos. Además de habilitar un cuarto como oficina, otra habitación puede haberse convertido en colegio. Para conseguir una mayor concentración es fundamental el aislamiento. Y si tenemos la mala suerte de que nuestra nueva oficina da a una calle muy ruidosa o los vecinos no son precisamente silenciosos, habrá que recurrir a viejos trucos como unos tapones o programar una música relajante que invite a esa concentración.

También tenemos que recordar que, si tenemos alguna incidencia en nuestro hogar, no nos olvidemos de que nuestro seguro del hogar sigue activo durante el confinamiento para resolver todos esos problemas.