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Cómo llevar una correcta planificación financiera

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La clave de una economía doméstica eficiente depende en gran medida de una buena planificación financiera. Aprender a gestionar los gastos diarios permite afrontar los imprevistos sin sobresaltos y evitar el estrés financiero.

La forma en la que las familias invierten sus recursos debe estar orientada a garantizar el bienestar financiero de todos los miembros de la casa. Pero sin un control de los gastos cotidianos existe un mayor riesgo de que la tranquilidad financiera del hogar acabe tambaleándose. Una buena planificación es esencial para gestionar con éxito la economía doméstica.

Conceptos básicos de la planificación financiera

Desde el punto de vista financiero, la gestión de la economía de una familia no difiere mucho de la de una empresa. En esencia, todo se reduce a dos grandes partidas: ingresos y gastos.

Los ingresos no suelen suponer una complicación: es fácil determinar con qué cantidad contribuye mensualmente cada miembro de la familia a la economía del hogar. Pero los gastos deben abordarse de forma más detallada:

  • Fijos: están los de primera necesidad (alquiler, comida, suministros…) y los que, sin responder a necesidades tan inmediatas, no dejan de ser importantes (como la ropa o el calzado).
  • Extraordinarios: son los desembolsos imprevistos, como una avería del coche o una urgencia médica.
  • Prescindibles: son los gastos accesorios sin los que se podría vivir, aunque pueden contribuir al bienestar general, como irse de vacaciones.

Consejos para poner en práctica una buena salud financiera

Teniendo en cuenta la anterior clasificación de los gastos, resulta más sencillo aplicar algunas pautas de control que contribuyen a evitar el estrés financiero:

  • Llevar un registro clasificado de los gastos: anotar en un listado todos los gastos que se realizan y clasificarlos por categorías (alimentación, ocio, alquileres, restaurantes…). Aplicando un código de colores resultará más sencillo comprobar si se trata de un gasto de primera necesidad, extraordinario o prescindible.
  • Aplicar la regla del 50/30/20: destinar un 50 % a los gastos fijos, un 30 % a los prescindibles y un 20 % al ahorro.
  • Intervenir frente a los “gastos hormiga”: en el grupo de los gastos prescindibles suelen aparecer pequeños desembolsos cotidianos que, al acumularse durante un tiempo prolongado, resultan en sumas considerables. La reducción de estos “gastos hormiga” repercute en la capacidad de ahorro.
  • Contratación de un seguro de vida: es una forma de garantizar un capital para la familia en caso de fallecimiento o invalidez, lo que también se traduce en tranquilidad financiera.

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